TEXTO DE CORRIDO
Un aspecto importante en el desarrollo creativo es el aporte que se manifiesta a través de las influencias, modas y concepciones estéticas desde y hacia otros territorios, entornos y contextos. Esta expresencia e intraestructura, por llamarlas de algún modo, externa e interna a su vez permiten determinar una valorización de identidad en el acontecer de la plástica y en una dinámica del trabajo más universal que debiera existir en los creadores y que no necesariamente se traduce en el copy-paste de los modos artísticos actuales y mucho menos se entiende como la imitación del gesto del otro.
Con esta primera apreciación podríamos establecer con propiedad, distintas lecturas y criterios a modo de rearmar, reempaquetar o reciclar determinados lenguajes que nos sirvan de medios visuales a modo de herramientas de identidad y desarrollo artístico y determinar las condiciones para proponer obra, proyectar al sujeto con la actividad del arte, y por último ser impronta que nos acerque a una variable que intentará curtirse y apuntalarse en este planteamiento y que tiene que ver con el fenómeno desconstructivo de lo que pudiéramos hacer o realizar a partir de modificar, tal vez, dicho aporte de influencias, quizás con una nueva actitud o probablemente una aptitud en los procesos.
Así entonces, se intentará poner de manifiesto el concepto de reciclaje ante estas influencias cotidianas absorbidas y que aparecen como el producto elaborado y por nosotros utilizado. Esta condición de movilidad en el proceso y producción artística, conllevan a determinar y establecer una categoría del desecho, a la vez materia y función en el resultado de la obra, constituyéndose en una apropiación, expropiación o estado de posesión y pertenencia auto impuesta. Proceso y resultado para determinar y arribar al concepto. En este caso, obra como objeto estético gestado desde fuera, empaquetado, para tal vez suponer y estructurar propuestas. Desarrollo y reflexión constante para insinuar y aprisionar un qué hacer plástico más particularmente honesto.
Tal vez este análisis implica dejar constancia de la inamovilidad de ese recorrido, ya elaborado, ausente de ser habilitado en su proceso, y es que muchas veces la actividad plástica más parece una cualidad cercana a la inspiración, cercana a lo divino, antes que el resultado de un proceso y desarrollo en los compromisos del conocimiento y aprendizaje.
Se indica también aquí, desde una perspectiva particular, objetivos precisos en la función y apreciación del fenómeno concreto de recontexturalización y reciclaje, una especie de estado y pruebas del arte que se transforman en expresión a través de la materia y que la experiencia personal convierte en signo evolutivo, permitiendo una mayor libertad expresiva con seguridad y cierta personalidad propositiva, y que no harán más que incentivar la discusión con la obra misma, el diálogo entre pares y proyectar un discurso externo para así tomar conciencia, de un modo de creación, como signo genuino de evolución y cambios.
Por sobre este análisis fundacional se declara como instrumento textual-textural el proceso de expulsar o exhalar determinados acontecimientos guardados como tesoro de la memoria y de la intra historia personal, aquella que habla y determina a las personas en su justo contexto y cotidianeidad más que en la oficialidad de la historia de los pueblos. Procurando colectivizarse de vez en vez y que extremará su participación en busca de salidas como escape. Guturalidad de la palabra cual mancha que revienta y acciona. Fuga elocuente. Fuga necesaria para inscribir la huella de historias y conceptos del individuo. Transformación y empaque nuevo, reciclaje que estornuda, que inquiere y expresa.
Triada textual. Idea-concepto-objeto tal desván del vómito y prisión de humedad en el hacer para posibilitar y activar este recorrido. Marcando una pauta que estructura cada una de las líneas que se mencionarán posteriormente. Ejercicio y juego con la palabra escrita, practica del ruido y también de su carente ausencia, determinando un recorrido de historia, memoria y proyecto personal.
1
En este andamiaje de reflexiones, sin lugar a errar, el fenómeno de la autonomía sigue siendo aún el más relevante, pero deficiente. No se trata de un afán de originalidad, sino sencillamente, el influjo constante y la transferencia de modelos ahogan por distintas razones, sean sociales, económicas, políticas, por supuesto culturales, al vapuleado artista, individuo que contempla en reposo la presencia cotidiana de distintas y apabullantes influencias no permitiéndole, muchas veces, crear o elaborar una propuesta altamente significativa.
Es oportuno seguir aclarando que, la idea no es vivir encapsulado a un territorio de creación cerrada, aún siendo esta actitud, una alternativa real, personal y democrática, sino obviamente hacerse cargo de todo cuanto nos rodea y por ende de los procesos de comunicación -mas media- que en el último de los casos, son fenómenos que se incorporan en la cotidianeidad, pese a que lamentablemente no representan el sentir de originalidad, identidad o llamémoslo así, proceso autónomo.
Es claro que los procesos de producción de arte se han desarrollado en un universo histórico que, significa a la vez, un universo del arte; así el artista se inserta en determinado ámbito de un universo estético, en una concepción particular del arte y paralelamente está siendo influenciado por el medio en que vive; pero curiosamente los estilos ya están dados o en otras palabras un circuito caracterizado se impone.
Independientemente de que existan o no innovaciones en los procesos productivos del arte, que este sea tradicional o reiterado, que permanezca o cambie, no existe una voluntad de transgredir sus formas y espacios. Suponemos que invariablemente se dan fenómenos paralelos que coartan, en cierto modo, esa experiencia de violar leyes o preceptos; muchas veces el circuito y sus consumidores lo propician, toda vez que emergen de una oficial mirada de ver el mundo.
Cabe aclarar que este análisis, en ningún caso, busca establecer una identidad en el arte chileno, pero es, sin duda, un buen pretexto para proponer o establecer un diálogo reflexivo sobre la dependencia que se opone a cualquier autonomía. Indiquemos con esto que, la probable independencia en el arte chileno, sencillamente no es fácil, debido a factores de desarrollo, y otros que dificultan bastante esa posibilidad. Pero, ¿qué pasa con la voluntad real de cambios al respecto?. Digamos que la cultura es patrimonio nacional de toda nación, por tanto es responsabilidad no solo del actor privado, sino fundamentalmente del estado. Nadie podría ser indiferente ante esta cuestión, pero la realidad dice otra cosa. Y es que la cultura es el hijo no deseado ante la apabullante carrera del capital quien desinteresado plantea la actividad del arte como el relleno útil del gran mercado.
Muchas veces este circuito mercantilista alimenta las necesidades y propone en la cultura ciertos criterios que hacen de ésta un producto más dentro de la cadena de posibilidades existentes. Dicho fenómeno impulsa a reiterar la base que debiera suponer la creatividad y la vida cultural. Mas aún, cuando las posibilidades para crear y desarrollar propuestas son reales dentro del contexto social, por ejemplo post-dictadura, en donde suponemos cierta amplitud de criterios, libertades y posibilidadesm, este rango no se valida. No se nota un mayor impulso para suponer factores válidos de cambio, o más bien, sucede que no han cambiado demasiado las cosas como para presenciar una apertura adecuada en determinadas instancias y menos específicamente en el ámbito de la cultura. Lisa y llanamente vemos un mismo producto pero con otra envoltura.
Agreguemos a lo anterior al circuito de la producción plástica, que normalmente se ubica en la cómoda institucionalidad; muchos artistas entienden y proponen a partir de un determinado hilo conductor impuesto, que tiene que ver con una afinidad, un gusto y muchas veces con una moda, no comprometiendo su conciencia en torno a lo que hacen. Cabe reiterar, a mi entender que, toda situación de creación va más allá de la gran habilidad o el buen manejo de recursos y técnicas, que sin duda son importantes, pero la creación sugiere más un acto de compromiso mayor ante los contextos y entornos sociales, a tan solo remitirse a un acto de buenas costumbres y buena mano. Sin duda se plantea como una débil capacidad de entender las cosas y esto con el tiempo, manifiesta un modo de creación consensual y sin mayor compromiso.
A propósito es necesario destacar que no sólo en una generalidad cultural se ven situaciones de incoherencia y poco compromiso, también, puntualmente debiéramos verlo en un ámbito netamente plástico. Llama la atención saber que Chile no integra ninguna zona o circuito de influencia en el arte, pese a que existen corrientes internas, de ahora en adelante, la elite, el clan, la secta o la mafia, quienes creen que su trabajo creativo, traspasa todo límite o frontera del arte; ¿será acaso que nuestro localismo, junto a las condiciones geográficas hacen del artista nacional un mero gesticulador de gastadas matrices de la soberbia intelectual?. Quizás la respuesta sería una justa valorización de lo que somos, es decir, este es un país de artistas más que de creadores.
Cabe mencionar aquí, también, situaciones en un contexto histórico de permanentes toboganes que no han permitido transformar esta idea. En este país se da el caso que no existe reacción a la realidad contingente. En las condiciones actuales, en donde se da una enorme pasividad, un entreguismo muy elocuente y en mucho de los casos demsiado oportunismo e hipocresía, no queda más que agudizar cada uno de los espacios posibles, confrontar el debate en forma constante y esperar con buen ánimo, cierta claridad y apertura de quienes corresponda, así la voluntad de cambios y reflexiones probablemente se den en un buen pie, o tal vez con los dos pies.
2
Entendemos que toda enseñanza tiene necesariamente una base sólida de conocimiento, casi como un diccionario que pretende regular en forma común a quien lo aprende. En la enseñanza del arte sucede lo mismo, existe una historia concreta que es necesaria ocupar o citar en todo momento. Esa enseñanza requiere de un aspecto metodológico que actúe como organizador de los procesos de creación pero, nunca como categorizador del mismo, pues este se desarrolla de forma multilateral, y en este caso si citamos el conocimiento como fin, estaríamos delimitando el proceso a una tajante mecánica y no así a la posibilidad también oportuna del azar o el deseo.
Particularmente esta metodología debiera nutrir el conocimiento, no dispersando tajantemente el lenguaje, aunque este puede ser atomizado con pleno conocimiento de lo que se hace. Todo este proceso, en cierto modo creará una forma de enfrentar y hacer las cosas, establecerá un modo de perfeccionamiento adecuado para el procesamiento obtenido. Entendemos la importancia de esta base del saber, pero es significativo ampliar o ejercer una suerte de primera avanzada procurando no sólo aprender bien lo estudiado en las escuelas de arte sino ponerlo en constante movimiento, con el fin de apropiarnos de nuevas herramientas que propicien un desarrollo mayor.
En este caso, el academizarse tiende a ser una suerte de estancamiento que muchas veces suele ser muy visible, al grado de entenderse como una gran cualidad, pero que en la ecuación correspondiente, supone un hacerlo bien, agradando a quien osa ser el profesor, individuo éste que tiende a entregar una información no muy reflexiva y que con el tiempo se transforma en despreocupación. Una suerte de proyección personal y que en general tiende a estancar procesos y experiencias honestas que sin duda removerían ampliamente el que hacer plástico de cualquier latitud.
Así se ha sugerido que no hay más que repetir fórmulas y modos. Transformándose en influencia generacional que influye posterior al aprendizaje del arte, pese a que, de esta manera, no se provoca ningún quiebre a determinadas tradiciones. No permitiendo salidas o propuestas distintas a las ya vistas. Se trata de una suerte de saturación ante la autocomplacencia, el triunfalismo en la manera y la no evidencia de una realidad más fuerte a las visiones románticas, auto aniquiladoras, aún dominantes.
Un límite de tiempo no rompe este esquema, tal vez nunca suceda. Sin embargo a medida que se haga más visible una permanente reflexión, mayor agudización y confrontación de ideas habrá en las artes. Se entiende que un debate, en torno a ideas no existe, sólo se realiza un enfrentamiento personalizado con la obra, cuestión que no deja de ser significativa, pero que coarta la capacidad de cuestionar en forma clara lo que esos ojos miran. Al artista no le interesa enfrentar su obra con ideas, ya que esto supone en cierto modo cuestionar lo que hace. Sería como ofender lo realizado o quizás menospreciar su habilidad. Se quiera o no, esto fue establecido por una enseñanza, un profesor, incluso, un circuito determinante, muchas veces inquisitivo y que desmotiva el criterio de enfrentamiento de ideas y propuestas. El planteamiento anterior podría definirse como deficiente, pero tal vez, este texto se transforme en un trampolín necesario para reflexionar al respecto. Algo así como una propuesta alternativa a lo cómodo.
Haciendo historia podríamos establecer una real pauta en torno a lo aquí planteado. Tratemos de revisar la trama de comportamientos para darnos cuenta que por distintos motivos no hemos sido capaces de establecer un criterio de voluntades, lo que nos permitiría ser distintos a lo que proponemos. Digamos lo que somos y qué queremos. Procuremos no apoyarnos en nuestra mediocridad una vez más. Creámonos lo que hacemos o quizás, contémonos buenas mentiras por la mañana, así no cabe duda que cambiaría radicalmente la forma de ver las cosas y obviamente con el tiempo estaríamos con una situación sumamente provechosa.
untemos voluntades, para que haya una nueva forma de hacer las cosas. No tan inspiradora como ocurre hoy en nuestros países. Nosotros y nuestro entorno, no cabe duda, necesitan un poco de locura, ni romántica ni de otras, sino de ideas en cuestiones concretas.
3
Digamos que estos albores de un nuevo siglo, plantean iniciativas ligadas a un amplio ámbito creador y diversas interrogantes, de toda índole, en nuestro cotidiano devenir. Se entiende que quizás el artista debiera hacerse cargo de una forma bastante crítica y no contemplativa, como sucede, de todo cuanto fenómeno político social que nos rodea. Podríamos agregar como antecedentes concretos, sucesos que se dan constantemente: revueltas, estallidos sociales, xenofobia, migraciones, pobreza, corrupción y tráfico de influencias, en un sujeto demasiado expuesto y a la deriva. Hitos que se levantan como bandera irrespetuosa para la humanidad y de una lucha constante en nuestros pueblos, tan lejanos a la autocrítica y adictos a la gloria de saberse triunfadores.
Sin embargo, nos damos cuenta que desde la conquista y otras intervenciones de carácter dominante, mas que heredar o transmitirnos, ciertos aspectos de la colectivización del pensamiento y de la solidaridad al menos, seguimos al margen de una vida íntegra que favorezca al individuo común. Esta proeza de cambios se aleja todo el tiempo, más aún, en el contexto del mercado, del objeto antes del sujeto y donde se repite el antecedente contemplativo, nos enfrentamos a un fenómeno, diría, de encontrar todo en su lugar y peor aún, nada se mueve.
De esto surge una primera iniciativa que probablemente haga efectivo un cuestionamiento frontal a estructuras ya establecidas, que dificultan el tránsito renovador, en este caso, de las artes en su conjunto. Curiosamente el discurso ante esta realidad sigue siendo contrario. Ante esto podríamos establecer, a partir de una cuota histórica, ciertos factores que se anteponen a una búsqueda, digamos, más creíble.
Desde su inicio, nuestro territorio ha soportado una fuerte injerencia de culturas y por ende costumbres ajenas a su proceso de originalidad estructurada en forma cotidiana, de precarias condiciones, con un desarrollo menor, incluso a grandes culturas continentales. Sin embargo y por ejemplo, ese periodo precolombino es rico en esa búsqueda de formas, estructuras e idearios, y en esa óptica enriquecieron y dieron solución a un comportamiento de vivencias.
A partir de estas características sería prudente imaginar a nuestros pueblos con una estructura distinta. Esto no implica que el mestizaje posterior (usos y costumbres) no haya solucionado o dado formas para instituir lo que somos, pero sin duda al no existir esta solidez en autenticidad, supone que nuestra conducta sea así.
A partir de estas características sería prudente imaginar a nuestros pueblos con una estructura distinta. Esto no implica que el mestizaje posterior (usos y costumbres) no haya solucionado o dado formas para instituir lo que somos, pero sin duda al no existir esta solidez en autenticidad, supone que nuestra conducta sea así.
Quizás con esto se manifiesta aún más la idea de las dictaduras que soportamos en nuestras cabezas y que se transmiten de generación en generación. Sin más, todas nuestras costumbres, son producto de los tradicionales autoritarismos que se ejercen cotidianamente y al parecer en una forma mas que decadente. Obviamente todo lo anterior, es un factor importante y determinante de este ser o somos, en donde predomina un malentendido acostumbramiento y una continuación de supuestas virtuosas prácticas que abarcan toda la esfera social.
Es frecuente encontrar hoy en día en los artistas latinoamericanos, quizás siempre fue así, una especie de sometimiento a sucesos que ocurren en la medida que se instauran dictaduras y cada cuatro, cinco o seis años gobiernos de carácter democrático, y donde nunca se manifiesta una actitud más rupturista que la acción de los partidos políticos, circuitos pensantes o entes de poder. Esa ruptura simulada se convierte en un acto permanente de pedir permiso procurando no molestar ni alterar el tranco de la doméstica clase que gobierna y mantiene el poder y que, valga la redundancia, son los que en definitiva mantienen el poder y la fuerza para someter y controlar a quienes osen cuestionar su labor.
Es frecuente encontrar hoy en día en los artistas latinoamericanos, quizás siempre fue así, una especie de sometimiento a sucesos que ocurren en la medida que se instauran dictaduras y cada cuatro, cinco o seis años gobiernos de carácter democrático, y donde nunca se manifiesta una actitud más rupturista que la acción de los partidos políticos, circuitos pensantes o entes de poder. Esa ruptura simulada se convierte en un acto permanente de pedir permiso procurando no molestar ni alterar el tranco de la doméstica clase que gobierna y mantiene el poder y que, valga la redundancia, son los que en definitiva mantienen el poder y la fuerza para someter y controlar a quienes osen cuestionar su labor.
Es curioso ver artistas capaces de correr más rápido que otros en busca de alguna oportunidad -agradando a moros y cristianos- de caer bien a los tantos auspiciadores de fama o dinero y al final mimetizados en una posición poco creíble, de abandono de un papel o rol de más dignidad y que debiera corresponder en un esquema de formación universal. Más peligroso si en este proceso se venden o transan cuanto principio y valores se tengan en pos de una tajada mediática de fama. Por que es peligroso también hablar de avanzada o ruptura en cuanto pasillo de la gestión cultural oficial haya cerca. Y es que resulta claro que todos ellos dominan la escena, pero más encima legitimar un acto reaccionario en relación a la cultura, con las charlas y encuentros en cuanto palacio, no deja de ser demostrativo de la realidad añeja que los creadores, de toda índole, deben enfrentar constantemente.
4
Se entiende que nuestra realidad es compleja. Hoy en día prima un individualismo encarnizado y una necesidad económica angustiosa que cruza negativamente, cuanto aspecto esencial de vida se atraviese y claramente prima una especie de valor externo en las relaciones humanas. Es obvio de que existe una necesidad de no marginarse, fenómeno que provocaría una virtual desconexión del entorno social que se supone vital e importante para todo desarrollo, pero, qué piensa ése artista del entorno respecto a situaciones específicas de la sociopolítica que se manifiestan día a día.
Sin lugar a dudas existe un desconocimiento brutal y geográfico de ese entorno y de las situaciones que lo determinan. Es como hablar de equilibrio y perspectiva aérea con un estudiante de artes que apenas inicia. En otras palabras, qué se soluciona en el aprendizaje de la historia del arte si siempre olvidamos los factores sociales que se van manifestando en todo momento. Será a caso que esa involuntad o desvoluntad es un rasgo común en una gran masa de pensadores y que tiene cierta presencia en un determinado circuito de pensadores. Será también aproximado el hecho de que este grupo pensante está constantemente en cortocircuito con nuestra realidad. O será sencillamente que esa poca voluntad se transforma en una posición placentera y adquiere una presencia apabullante en el medio que le recibe. Y al recibirse damos cuenta una vez más de esa letanía conservadora a la cual nos aclimatamos tranquilamente y negativamente la legitimamos. Al parecer la posibilidad de discutir y plantear nuevas propuestas queda al margen cuando se trata de subsistir en un medio incapacitado, intacto, impuesto ordenadamente en la cotidianeidad.
Tal vez, se debe establecer que un determinado compromiso contingente no necesariamente debe ser de carácter político institucionalizado y mucho menos desde una calidad de mero expectador, sino que una cuestión que tiene que ver con un compromiso ante la vida, cotidianamente, de extrema atención. Quizás hoy día no estamos en condiciones de asumir un rol creador, que a la vez sea contingente, analítico, dialéctico, de permanencia o digamos sobre vivencia en una sociedad como la nuestra, que se estropea constantemente, transformándose en sinónimo de espacios deshumanizados y desvirtuados en desmedro de una humanidad plena.
Es difícil compatibilizar estas situaciones adversas que de por sí son sistémicas, sin embargo, imaginando una salida, suponiendo una perspectiva, debiera existir en toda propuesta un gran evento, permitiendo, que duda cabe, anexar el conocimiento adquirido, con un tiempo y una memoria, en inmediata razón y voluntad creadora. Con ese ánimo, sin desear ni pretender más, esta reflexión cabe también en la práctica de ideas. Sin más este proyecto busca mediar entre el análisis y un determinado evento, que permitan trasladar ése constante e inquieto comentario en una suerte de echar, vaciar y aglutinar.
Efectivamente en este proceso y, a la vez, metáfora directa con una determinada obra, se puede establecer e invitar a quien se hace cargo externamente de la información, a un ir y venir constante del tema hasta aquí tratado. A partir de esto se da pie a involucrar una obra personalizada con un entorno y distintos contextos; ella se individualiza y adquiere forma al igual que un cuerpo para promulgar un sentido y un recorrido visual. De allí nace esta segunda reflexión o, tal vez, etapa de desarrollo. Ella intenta hacerse cargo de todo acontecimiento que induce a convertir cierto análisis global de una época afectada y paralizada, en un camino amplio y con mucho recorrido para quien asume un rol de creerse ese andar y establecer una propuesta.
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Es claro que toda propuesta debiera desarrollarse y curiosamente perdurar, es decir, la extensión que puede alcanzar una determinada forma propone que, sin lugar a dudas, el artista se hace cargo de una manera -no amaneramiento- de encarar el trabajo y perfilarlo como una característica propia, una tara legible, intentando algo así como una marca o huella registrada y es aquí, en donde la perdurabilidad se transforma en tiempo, tiempo concreto.
Se dan aspectos inconfundibles que legitiman la obra, paralelo al ideario propio y las materialidades en proceso; existen características culturales y obviamente de formación que incitan a llevar a cabo dicha propuesta de una determinada manera. Sencillamente no se está ajeno a una morbidez rescatadora de historias y de tiempos en un universo o diáspora de vida. Quizás siempre al ser humano lo marcan situaciones limites e ilimitadas que florecen en cualquier momento de su existencia y es así como esa sombra o manto permanente de inquietudes, reafirman una sencilla, a veces, huella personal.
Historia, sucesos, actos, inquietudes, formas que sorprenden al ojo que las mira, y que simultáneamente se procesan y quedan guardadas o almacenadas, y en una labor modesta, se arrinconan esperando su momento, explotando cuando son requeridas, perfilándose con otras costumbres, como a conveniencia de la contingencia de quien las guarda, siendo posteriormente ocupadas en un territorio determinado por la misma historia.
Así también, siendo capaces de agredir una idea, lo somos en cuanto a la memoria que guardamos, quizás su almacenamiento debiera ser definitivo, no debiendo molestarse por y para nada y que se desvaneciera como una fuerte neblina en día soleado, pero al parecer en muchas cabezas funciona permanentemente un acto de nostalgia que suele aparecer y dejar constancia de determinadas historias e inquietudes que sin duda determinan un territorio o dan continuidad a una existencia. Así nos cuenta su historia, transformándonos en voceros automáticos de sus inquietudes y nos reafirma algo ya escrito y es que sin memoria, seríamos incapaces de construir memoria.
Quizás todo funciona a la manera de un rompecabezas, en donde siempre se procura armar y definir una forma determinada, en este caso, de la memoria, el individuo, su entorno y así inquietar una determinada presencia manual, que va forjando y estableciendo criterios que a la postre permiten reconocer actos, ciertas características que identifican ese gesto como obra o creación y así llegar a una determinada propuesta de desarrollo mayor.
6
El paralelo existente comienza y toma sentido a partir de la mirada, nostálgica a veces, de recuerdos y de historias, está siempre presente, es nuestra y compromete nuestro devenir. Recala en la humedad cotidiana de hombres y mujeres con profundo sentido de urbanidad, se distrae en aquel rincón de catedrales y en la apocalíptica realidad, procura asentarse y descansar cual guerrera convencida de que ésta no es acertada, se vuelca con furia solemne y grita su dolor en aquellos pasillos húmedos o secos y contraídos de ineptitud humana.
Mirada fragmentada, secuenciada y en algunos casos, rito capaz de procurar alientos a una vida, a una evolución tan desgastada o casi olvidada. Encarcelada a veces, entre rejas, entre bombas y humo o en el vaivén y mareos de una bóveda. Mirada que nos mira, nos tortura, que deja caer en esquirlas, cuantiosos desbordes de oración y reflexión. Cuanto más nos acecha, propensos corremos en su búsqueda. Como pioneros en el mundo intentamos someterla a nuestra realidad. Acto inquisidor, originado en el legado de la historia, nos pertenece, es nuestra.
Más allá de la formación de eventos, se trenza en una lucha cotidiana, de contrincantes modernos, de sistemas establecidos, de consenso hasta en el respiro. Pero esta mirada es más todavía, es en un respeto a la vida, a los sentimientos, a lo celestial de un acto común.
Herida que procura llamar al anónimo e ilegible y convertirlo en partícipe de nuestro tiempo. Espacios húmedos, vacíos que remiten a una soledad cotidiana, una suerte de marginalidad urbana y que atenta se somete en relación directa con la búsqueda del cuerpo, la cual muchas veces se literaliza en un recinto privado, en una cárcel, un centro de torturas, en esas historias de sujeción corporal. Desde ese panorama, se concreta en denuncia pública, de los errores, de la destrucción y salvajismo en seres sin cuerpo de memoria, normales socialmente y que hoy en día pasean su hueso del horror tan libremente expuesto y sin cargo de culpa alguna.
En estos espacios el gris se sostiene y hegemoniza todo. Vale señalar que una vez descubiertos se transforman estructuralmente en fortalezas monumentales, frías y amenazantes; coraza de territorios inviolados que cortan el paso del transeúnte predispuesto a reconocerlos. Sin embargo, están allí, puestos en escena una y otra vez aunque quieran ocultarse. Sin ninguna posibilidad de transgresión emergen sobre un particular paisaje o topografía, sobreponiéndose a los recorridos más habituales. Espectáculo frío. Quizás armadura urbana y recuerdo medieval, espacio que se viste para su defensa. Casi como una bestia que se defiende ante un ataque.
Un armadijo, trampa para cazar, armazón de palos; armado, hormigón con que se construye y edifica el sujeto sobre una armadura de barras de hierro. Una armadura, conjunto de piezas sobre las que se arma una cosa; la que sostiene las durezas del cuerpo. Huella y costumbre de pisar tal vez. Pisar sin rostro. La forma no es semejante pero este espacio si lo es. Es de agresiones, lo es. Es un cambio profundo, pero natural. Como un no darse cuenta, pero alterador. Es cotidiano y emerge en símbolos naturales.
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El aspecto de un cuerpo como urbanidad se hace presente, el color de la ciudad, los ruidos, su gente, sus costumbres que abren un espacio mayor de percepción y el ignorarlo, no es sencillo. Demuestra lo importante del aspecto graficador del individuo. Desarrollo gráfico de todo espacio y territorio corporal.
Como decíamos anteriormente, a un determinado territorio le cabe un contexto y distintos participantes. Más que profundizar en los antecedentes históricos de una determinada ciudad, en este caso, y porque el proyecto así lo propone, hablaremos de algunas características que hacen de ésta y otras, urbes que viven y se desarrollan en actos comunes y cotidianos. Metáfora de ciudades con mucho desastre, grandes desastres y casi todos estos desastres al cuerpo urbano y social, fluyen hasta nuestros días y recorren la arteria con efectos de terremoto, inundaciones, enfermedades, pobreza.
Literal, una ciudad que centraliza todo ferozmente, ciudad que gobierna el resto del territorio. Cortada en grandes calles y avenidas, horizontales, verticales, diagonales. A tajo abierto. Pedazo de ciudad, un rompecabezas plano. Insertado también, dentro de un territorio con defectos naturales que se generalizan: Norte árido, centro húmedo y variable, un sur mojado, constantemente.
A todas las características mencionadas anteriormente debemos agregar y mencionar a su gente, dual. De sinónimo antónimo. Fría en algunos casos, chabacana en otros, una suerte de tira y afloja, capaz de sufrir y ser feliz en un acto de segundos. La convivencia diaria, que se podría traducir en un sobrevivir diario; smog, ruidos, gritos, insultos, relaciones humanas y de entorno que se resquebrajan. Edificios dañados. Otros fenómenos, urbanos, orgánicos, quizás más personales, más viscerales y que cotidianamente conmueven, atraviesan toda existencia, quizás cada gesto, cada recuerdo. Son aquellos lugares brumosos, fríos, húmedos, que incitan a tenerlos presentes. Lugares comunes sin sospecha, casi como aquellos rincones olvidados y que nos sorprenden en algún momento preciso, ya sea a partir de un simple comentario o un gran testimonio enrarecido. Aún más, están, digamos, ahí. Conviven con una urbe determinada; portales y estructuras homogéneas, similares, en donde también sus habitantes pasan desapercibidos y sin prevención. Suceso anacrónico al momento de testimoniarse, a lo cual muchas veces solo queda el recurso de mirarlos y seguir un rumbo indeterminado. Es el temor de ser sorprendidos.
Camuflado en el anonimato o en la impunidad urbana, Santiago y otras ciudades, arrinconadas por el gris militar, como aporte de civilización. Este dato permite clarificar más todavía el ocultamiento de algunos edificios, casas, personas y que sorprenden completamente cuando se da cuenta de los hechos allí ocurridos. Memoria se llama.
8
Al reiterar textualmente este espacio, solo se da cuenta de la naturaleza del proyecto, es decir, este gesto está dado por el carácter del territorio aludido. Es como un acontecimiento rutinario que no desaparece y que por el contrario, es aglutinador de la propuesta. Pone en escena el acto de ciudad y agresión, ciudad atajada o territorio a tajo abierto; el territorio en este caso comparece como herida de toda índole.
Territorio herido constantemente incluso por ciertos fenómenos religiosos; templos, estructuras monumentales, míticas, la marcha o peregrinación sobre nuestro mapa a lugares casi santos y que a su paso dejan una huella o aureola de misticismo que se irradia el espacio, manteniendo a sus habitantes en una espera, o en un consuelo de siglos. También se reconocen en este territorio, situaciones económicas distintas, que marcan y diferencian modos de relación humana. Es como hablar de huellas distintas en nuestro cotidiano caminar.
Mismo territorio, distinto paso, en efecto hay tajos no comparables pero sí agresores constantes, este tajo de democracia antidemocrática que se yergue como herida y se nos pudre sin darnos cuenta. Existe un sentimiento de que esto no se mueve o se ha estancado odiosamente, consensualmente y al parecer sin formas democráticas de cambio. Cívicamente, esa herida es más profunda y amenazadora. El trabajo se nutre fuertemente de este aspecto y es donde cala más profundo. El gesto comunicador del proyecto, procura evolucionar en la medida de la aceptación del mismo, es como plantear una determinada incomodidad a partir de ejercicios prácticos.
9
También en el proyecto es recurrente la tortura, supone una cotidianidad. Tour- tura que turistea desde Auschwitz hasta la comisaría más cercana. Desde el sillón de un dentista hasta el acto más insospechado de todos. Cala en toda la piel, cala profundo ruin y bajo, cala en Villa Grimaldi, clava en Londres 38, golpea en Chacabuco, astilla en Tres Álamos y el Estadio Nacional, apuntala en la venda sexi, fractura en todos estos campos de la concentración del sujeto. Repica con los demócratas. Es libre, socialmente libre, al gusto de quien la reciba, sin importar edad, sexo, condición. Es antigua e inquisidora demostrando su pureza trágica. Históricamente bien recibida por gobernantes, estados, repúblicas y monarquías. Celebrada y condecorada por zápatras dictaduras. Blanco y quirúrgico demonio, apetecible incluso, buen menú para lacayos y gorilas. Gorilas torturadores, pieles que torturan otras pieles.
Tortura del rincón húmedo y resquebrajado -erótica, encubierta-. Tortura tanto en piel como urbanidad, tortura de espacios físicos, tortura orgánica y arquitectónica. Goza en aluviones y pobreza, humedece la piel y le arrebata toda sequedad. Remacha los actos, nos mantiene pendientes para denunciarla y por sobre todo, atacarla.
Comparece como una característica generalizada, siempre el gesto agresor está presente. Curiosamente la palabra tortura contiene y limita un determinado estado, dirigido, como un avisar sin pedir permiso, sencillamente más agresora aún, es cotidiana. Se traza también a partir de gestos racionales casi como actuaciones absurdas, todo agredido, todo se agrede.
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Proceso decíamos que se nutre constantemente en el reciclaje, el proyecto se arma en el desecho. Existe una creciente presencia del concepto y se hace más vigente a partir de la herida o tajadura, tanto cuerpo nuevo, reciclado, así como protegido, proponiendo una intervención quiroplástica en la materia.
Notorio proceso de cambios o alteraciones que consigue la materialidad, y con ello hablar de la pintura y su textura; piel llevada a un estado quirúrgico, piel reciclada y elaborada, que cuenta su experiencia y desarrollo quirurgico de transformación. Piel que aparece de un acto aglutinador y que se salva de su primera experiencia. Polvo somos en piel nos convertiremos. Casi un acto celestial de creación, que se resuelve lentamente y nos propone distintos rumbos, piel herida y sana. Se interrumpe su cronograma al ser intervenida o ¿torturada?. Cuerpos sobre la plancha quirúrgica o sobre la parrilla. Piel quirúrgicamente sometida en pabellón de cirujanos.
Proyecto, desarrollo y utilización del cuerpo en cierto proceso de reciclaje; como herida, como piel. Agresión en definitiva, una cita indiscutible a la barbarie. Presencia mayor del hombre en las formas y situaciones que se arman, planteando un acto de envolvimiento apenas insinuado a partir de un gesto y metáforas indicadas por una materialidad, espacios, formas, por un texto que enriquece, que abre y extiende el proceso.
Estas propuestas debieran solucionar totalmente una factura de trabajo, es en resumen atender toda variable por más azarosa que ésta sea, tanto así como conquistar o inmiscuir nuevos soportes. Tiene que ver con la apropiación de objetos como conceptos. Con la recolección de elementos. Especie de investigador tras huellas que aparecen y ocultan historias y que se develan en el contacto primario. Es esa acción de ingresar a curtiembres y zapateras, a la demolición y a lo aún compacto, tanto como infiltrarse en la intra-historia de la urbanidad.
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Estas historias se procuran un producto forzado y resentido. Consciente a la hora de enfrentar una determinada producción plástica, tal vez, producto de una acalorada y honesta inconformidad, que claramente se trasluce en descontento y sensibilidad opuesta a una determinada media visual.
De lo grato que pudiera ser al ojo del que lo provoca, este recorrido se transforma en una especie de sugerente malestar, pero sin duda, adquiere una tremenda fuerza que se interna, rebotando, para así satisfacer un estado, un modo.
De lo grato que pudiera ser al ojo del que lo provoca, este recorrido se transforma en una especie de sugerente malestar, pero sin duda, adquiere una tremenda fuerza que se interna, rebotando, para así satisfacer un estado, un modo.
La transformación de las materialidades es estimulante en la medida que resulta grato ese recorrido, es como pedirles que cuenten no sólo su historia sino otras más, esas que tienen que ver con su contexto y un determinado tiempo. Se intenta abordarlas con una historia, con una memoria, suponiendo una competencia sin rivales, es un sólo cuerpo tratando de afiatarse con su entorno.
Llama la atención en la agresión, el acto de agredir, agresor - agredido, desde un objeto ínfimo a uno monumental. Agresión de sujetos orgánicos. Huella externa de la agresión tanto así como un acto límite. Elementos o formas encontradas, agresoras, quebradoras e hirientes, dislocan en la union con otras texturas, transformándose aún en más agresoras. Transpirando en su unión y cobertura, en su pliegue y su remate. Elementos cotidianos en su uso, imprácticos en su reciclaje. Estructuras partidas y parchadas, con huella de haber sido violentadas para así llegar a este hospital de agregamientos y soluciones.
Cuerpo que se tranquiliza creando una real y placentera mirada. En su justo tratamiento está su probable dimensión, logrando permanecer en un tiempo mínimo de vida, sin más ánimo que ese. Elementos sobrios, pobres, que también tienen su propia presencia en un campo netamente ambiguo, procurando que al momento de su elaboración aparezcan y comparezcan en su modo más inútil posible. Como darle una jerarquía a lo agredido. Hoy es una mínima estructura, después, una monumental estructura urbana.
También es posible hacerse cargo de agresiones que tienen que ver con un paisaje, un territorio y elementos de éste que estructuran un hábitat; el tiempo es a la vez un estado de evolución en las cosas que provoca en ese espacio, el desgaste, la oxidación. Profanación de estructuras rígidas, bien definidas arquitectónicamente, que con ese tiempo y producto de los fenómenos naturales, caen, se desmoronan, cambian y a su vez proponen.
Como si fuera un reciclaje intervenirlas, ese gesto se transforma en denuncia de formas agotadas e inservibles, adquiere un carácter de pobreza que aunado a una paciente agresión deja fluir una historia y costumbres, digamos, la intra-historia de las costumbres.
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El proyecto intenta rescatar todas esas agresiones mencionadas anteriormente intentando, sino restaurarlas, darle los primeros auxilios a modo de dejar constancia, digamos notarial, del maltrato recibido.
Claramente al hacer de este fenómeno un proceso, deja ver las deficiencias y características de un material y sus formas agredidas. Recae una responsabilidad acusadora, implicando a instituciones, a órganos, a relaciones humanas. Situación que apuntala a la propuesta en un campo netamente citacional, es decir, deja ver mínimamente las heridas que nos han hecho, ¿quién? no importa. La literalización del concepto haría más formal la propuesta ya que ésta debiera enriquecerse a partir de la complejidad que denota.
Una de estas problemáticas sería la idea de humedad que se pudiera rescatar, es pensar en el grabado, puntualmente en la litografía y su múltiple viaje por el agua, el frío, esperando una condición climática precisa, tanto para desarrollarse o simplemente para ser, para presentarse y transmitir sus cualidades hidrófilas a los sentidos y corporalidad.
Esta humedad, que puede ser fría y caliente, aparece por todas partes, como si temperara nuestras vidas; está presente en aquel rincón olvidado de nuestra ciudad como en ese rincón cualquiera de nuestro cuerpo, está en la música de Víctor Jara, en los techos de Barrancas, en las manitos moradas, en el agua de sus ojos, en luchito mojado, está en la química y en la gimnasia, también en la magnesia, envuelve con su transparencia y agitación, tapa y cobija. Espesa, delicada, brumosa, crujidora. Es silenciosa y modesta, pero muy agresiva.
Es hablar de un territorio que determina esa condición climática y más que ser obvios por su naturaleza, también permite crear una lectura adecuada, en este caso, casi un ejemplo de humedad que transpira al aglutinrse y todo un suceso al momento de secar, dejando una huella, una transparencia, luminosidad, un brillo determinado. Se transforma en forma -relieve indeterminado – antiguo. Efecto goteante y sudoroso.
Reciclado artificial que conserva características determinadas por su origen; tal cuero algún día transformado en calzado, vestimenta, accesorio. Agredido por costuras, tintes, pastas, remaches, que dejan en él un sinsabor que se desborda posteriormente, clamando un tanto de comprensión y reparación para ese momento que es reciclado y presentado como una plancha, como un plano saturado, aglutinado, soporte re-elaborado, insinuando indicios de humedad por su indiscutible brillo pueril y que transpira efectos anteriores, para finalmente establecer una personalidad indiscutida, como una suerte de imponer una forma, un estilo, un saber, sin duda agresivo y acosador.
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Sabemos que la humedad es fundamental en todo proceso de vida y que si no existiese esa condición, éste se muere. Si hablamos de las heridas de superficie, su cicatrización depende en gran medida de la manutención del área agredida, completamente seca y aséptica. Esta contradicción supone que en este proyecto la humedad seca, que crea una costrocidad ocultando temporalmente la piel agredida, tapando superficialmente un hecho acontecido, es reciclarlo fortuitamente tanto como un angustioso reclamo o una alterada llamada de atención.
Decirle al objeto y, obviamente al sujeto, quien atiende con su mirada el que manifieste su inconformidad con esta agresión húmeda y dasafiante, con esta herida palpable que se siente y altera, es humedad al fin y al cabo que cala y hace nacer eventos que se magnifican cordial y otros crucialmente como una situación límite, alegórica, de vida y muerte.
No queda más que resignar el ver y adecuar los instintos, más aún, pulirlos tajantemente, al tratarse de una situación nunca vista en este territorio hecho tajos.
No queda más que resignar el ver y adecuar los instintos, más aún, pulirlos tajantemente, al tratarse de una situación nunca vista en este territorio hecho tajos.
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Aunque la fragmentación define y sugiere el proyecto, esta no abarca necesariamente todo el proceso de formación. La temática de muchos trabajos anteriores reaparece regularmente. No hay etapas claramente acabadas, ni siquiera series acabadas, cada elaboración es explícita o implícita de la anterior. La tendencia es escoger un fragmento, un detalle, para dar paso a una nueva composición. Extendiendo a la secuencia reiterada, muchas veces sobrepasada, presentándose como cuerpo único que es legible por su ambientación y su derecho al camuflaje. Es ahí en donde el discurso no sobresale tajantemente, no literaliza, sino que obliga al espectador, al que quiere ver, a ser más reflexivo, incluso cuidadoso a la hora de concluir su mirada. Probablemente esto insta a tener una visión más comprometida con lo que se ve. Es digamos, proponer una mirada y un espacio alternativo, sugiriendo una mirada opuesta a una, se insiste, media visual. Resultando un gran desafío y necesariamente una gran responsabilidad, de no alterar, en términos plásticos, un proceso y un desarrollo armónico de la obra.
Sin duda, nuevamente, todo este andamiaje textual debiera ser signo reflexivo ante todo evento con carácter crítico y léxico fundacional, de tal manera que al tener esta categoría, digámoslo así, impulsará una pequeña pero honesta apertura, necesaria en este caso para la creación cualquiera.
Este compromiso es abierto, transparente, no es mezquino, sencillamente intenta ser un diálogo con interlocutores abiertos a toda variable y evolución de ls trabajos de arte.
FINAL
Este compromiso es abierto, transparente, no es mezquino, sencillamente intenta ser un diálogo con interlocutores abiertos a toda variable y evolución de ls trabajos de arte.
FINAL
Nada se tira, todo se transforma. (discurso de un demostrador de trituradoras de verduras.)
En esta búsqueda, desde su inicio, comparecen en forma indiscreta elementos que instigan al boceto en su desplazamiento posterior. Nacimiento de propuesta en el estudio y reflexión de un paisaje determinado. Urbanidad como concepto sin limites. Realidad cercada, aprisionada. Empaque que insiste y vuelca apreciaciones del rincón cualquiera, de ese que en su inicio expresamos e intentamos materializar y así sentir la capacidad de los elementos expuestos.
Desarrollo que resquebraja la imagen inicial, la génesis estática. Empaque de la pintura, en acción repentina y reiterada. Preferencia a lo matérico y cualidad del objeto, desencanto a la narración literal. Ventana y espejo que concitan tiempo y presencia. Requiriendo de quien se instala dentro de una precisa acción de crear, cierta capacidad o tolerancia para no transformarse en descriptor ni narrador del objeto, sino, en animoso proclamador de una estética del objeto en sí.
Paisaje como objeto en sí, aprovechando al máximo la temporalidad y transparencia de los mismos. Acto que aparece de una voluntad de acercarse sin dar tregua a la historia de los soportes y lo soportado. Matiz y ejemplo certero de reflexión.
Desarrollo que resquebraja la imagen inicial, la génesis estática. Empaque de la pintura, en acción repentina y reiterada. Preferencia a lo matérico y cualidad del objeto, desencanto a la narración literal. Ventana y espejo que concitan tiempo y presencia. Requiriendo de quien se instala dentro de una precisa acción de crear, cierta capacidad o tolerancia para no transformarse en descriptor ni narrador del objeto, sino, en animoso proclamador de una estética del objeto en sí.
Paisaje como objeto en sí, aprovechando al máximo la temporalidad y transparencia de los mismos. Acto que aparece de una voluntad de acercarse sin dar tregua a la historia de los soportes y lo soportado. Matiz y ejemplo certero de reflexión.
Quizás insinuada descontextualización del objeto, rezagando o tal vez obviando un sentido de pertenencia impuesto constantemente. Y si al fin y al cabo somos consumidores del objeto y añoramos su pertenencia, de ingerirlo sin digerirlo, esta in-pertenencia, que positiva la inutilidad del objeto, proclama el abrupto de una determinada intolerancia, digamos, estomacal, de aquel proceso de expulsar o exhalar determinados acontecimientos guardados como tesoro de la memoria y de la intra historia personal, de aquella que habla y determina a las personas en su justo contexto y cotidianeidad más que en la historia oficial.
Fenómeno de la temporalidad que procura a la arqueología, no aquella de escarbar lo antiguo y exponerlo como reliquia de la humanidad, como descubridora del pasado nada mas, que siempre se aleja al ponerse entre vidrios, si no de aquella del momento, la arqueología del presente, la del registro actual, memoria del presente. Cotidiana y a la vez experimentada realidad que se aperna siempre en los sentidos. Arqueología como lugar donde los criterios fundamentales se aproximan de nuevo a la vida cotidiana.
“De todos los objetos, los que ya han servido son los más queridos para mi. Útiles para muchas cosas, modificados a menudo, mejoran su forma y resultan preciosos por frecuentemente apreciados.”
Bertold Brecht
Bertold Brecht
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